lunes, 17 de abril de 2017

MARÍA...


María de mis pecados...
¿De qué te quejas María? ¿de qué no quiera mirarte?
¿Cómo podré un día amarte? si te entregas en mis sueños
y en la realidad le niegas a tu desnudez brindarme
esa flora de tu piel que me habita y me enloquece...
Si por las noches te sueño dándole pan a mi boca
y mojándome la piel con tu sábana empapada
de la lluvia de tu vientre enjugándome la vida de tu vino
y tu pecado?
¡Ay! María de mis ensueños, de mis desvelos y anhelos
y mis locos desvaríos... Si tu desnudez provoca
que yo muera de locura. ¡Yo quiero verte desnuda!
Si son tus ojos, María los que a mí me vuelven loco
o son tus labios de rosa los que perturban mis sueños.
¿Cómo podría yo verte si mirarte me enloquece
y tu desnudez me ciega y me ahoga tu mirada
cuando tus ojos me llevan a perderme con el vino
que de tu boca destilas con tu risa de pecado...
¿Cuándo podré yo besarte y estrecharte entre mis brazos?
Hasta que llegue ese día en que pueda yo tenerte
no sabré si vivo o muero o si soñarte desnuda es todo
lo que tendré en mis sueños y desvelos... ¡Ay María!
No te deseo en mis sueños, en mi realidad te quiero
enjugándome los labios del aroma de tus senos
y la antorcha de tus ojos iluminando el sendero
que me lleve hasta tu vientre, regazo de mi albedrío...
¿De qué te quejas, María? ¿de qué no quiera mirarte?

Ricardo Flores Joya

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