Las noches se convierten en pozos de luz
desde los que renace el deseo
sorbo a sorbo.
Todo crece
y se ensancha
y cuando el silencio recorre todos los poros
de la piel,
uno se abraza al recuerdo del itinerario de los cuerpos y sonríe.
GUILLERMO JIMÉNEZ FERNÁNDEZ -Mérida-
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