Todas las noches
ataban al poeta fantasma
a la máquina de escribir
empezaba el tecleo
que era interminable
y tedioso en todas las madrugadas
Pero esa noche ocurrió lo impensable
la máquina cayó de la cama
se despedazó y el fantasma fue libre...
Sonrió por un momento
Y luego se sentó al filo de la madrugada:
Y lloró desconsoladamente.
ENVER ÁLVAREZ ENDARA -Ecuador-
Publicado en Gaceta Virtual 123
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