Mohamed Al-Nadir anda enfrascado en dibujar un mapamundi que no es en rigor un mapamundi sino apenas un bosquejo del desierto que envuelve su pequeña aldea. Lo primero que llama la atención en el mapa de Al-Nadir es el complejo entramado de ríos y montañas que lo cruzan como tela de araña. Menos llamativo debería resultar, sin embargo, el hecho de que el mapa tuviese forma de corazón.
Atilano Sevillano Bermúdez -Zamora-
Publicado en suplemento de Realidades y ficciones 71
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