miércoles, 5 de abril de 2017

A CHERIEN DABIS


¿Por qué tienen que ser abogados los políticos
si los abogados protegen el disparate
porque son amigos de las bromas pesadas,
por qué tantos poderosos tratan con deferencia a Israel,
como si no fuera la más grotesca e infantil de las naciones?
Hablé en un poema
de la muy falsa máscara de inocente víctima
con que se muestran al mundo esos nazis dementes
y una sionista de Filipinas me escribió un comentario
donde me explicaba, apelando al respeto hacia lo divino,
que Abraham les había dado aquella tierra
y que era de ellos porque Abraham lo había querido,
a una mujer que no se compadece de niños que mueren y sufren,
no me molesto en mostrarle el más mínimo respeto
y le contesté que Abraham Lincoln sin decir nada más,
se puso más furiosa que un demonio
y abandonando su tono meloso de predicador,
escribió en letras mayúsculas
que mi poema era muy ofensivo
y lo denunció al administrador,
no sabía ella que en ese grupo de Facebook, soy yo administrador
y cuando a los pocos minutos, publicó un poema vengativo,
borré su publicación, la eché de él y bloqueé su posible retorno
y yo mismo desestimé su denuncia
y llevé el poema de regreso a la exhibición pública
para que sirviera de apoyo a la causa palestina,
si la razón y la inteligencia gobernaran el mundo,
los dementes no tendrían ni media hora de protagonismo
pero hay quien asa la manteca
y aun así es tenido seriamente en cuenta
porque tanto enfrían el corazón
las leyes de los libros a los poderosos
que la sangre no les llega a la cabeza,
sé que les gusta sentirse
dramáticos servidores del Diablo
porque están tan aburridos que con Dios,
no tienen bastante fantasía,
conspiran para que suframos todos mucho
y no ocurran más que sucesos absurdos
de cuya sospechosa índole solo se hacen eco las solteronas
lectoras de tabloides,
esa gente tiene el alma tan reseca
que les pica por dentro
y si maúlla un gato se enternecen más
que si llora su padre,
si escuchara sus razones, me reiría en sus caras
lo mismo que de la sionista filipina,
que en queriéndolo Abraham,
saldría a la calle en cueros.

LUIS RAFAEL GARCÍA LORENTE

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