El sol deslumbra,
repta entre las ramas,
exhibiendo con ahínco
la espesura de las hojas
que forman el laberinto.
Como un relámpago
la esperanza me abraza,
tan afanosa,
que arranca la angustia
de mi ser en briznas.
Los rayos encandilan,
acarician mi piel,
nublan la mente
y la armonía prende;
me ciega al atardecer.
Agraciado disfraz,
indulgente armonía,
que con rigurosa falacia
ahoga con engaño
la feroz melancolía.
Mercedes Tormo Muñoz
Publicado en Acantilados de papel
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