Alguien pregunta con acento de extramuros acerca del destino
del mundo y digo he aquí una pregunta pues el extranjero
no agrega precisiones a la cuestión y sonríe complacido
a un escruchante que lo acecha y al interés de alguna puta
que olfatea la ocasión de unos dólares extra y una comilona
de lujo aunque el sujeto desalienta al manolarga mostrando
sus bolsillos vacíos y a la dama le pellizca el trasero
murmurando sorry darling exponiendo a sus ojos azorados
el parche de HIV cosido a su bragueta y ella declara
que no es por su dinero es que su desamparo le recuerda
su primero y gran amor —el único— además no tiene (él)
aspecto de turista sino más bien de náufrago.
El viajero sonríe casi —nobleza obliga— presto a reconocer
su condición de polizón a bordo de una nave perdida
entre unas islas y Amador alucina que ese rostro vejado
por la desolación y las tormentas le recuerda unas facciones
acuciantes que cada noche a la hora de afeitarse lo interrogan
con un rictus de burla acerca de su destino y el del mundo
tras el azogue turbio del espejo.
GREGORIO ECHEVERRÍA (Rosario-Santa Fe-Argentina)
Publicado en la revista Gaceta Virtual 110
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