Sin ser un extranjero soy extraño,
me sobra la armazón, y no es baluarte,
pues no tengo el valor de contraparte
que vive escrupuloso en su peldaño.
Más extraño seré si el desengaño
aflora en mi metálico estandarte
oculto. ¿Cómo podría ser parte
del peligro carnal o del rebaño?
Duerme mi doble en su límpida paz,
me veo en sus ojos, sus miedos, su faz,
y no en su garbo esplendente de extranjero.
No sé cuándo acabar mi largo viaje,
si no puedo vivir sin este traje,
y la noche se ilumina con mi acero.
Frank Dimas -Cuba-
Compartido por Claudio Lahaba
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