sábado, 27 de febrero de 2016

EL GUARDIÁN


5

En las noches, a lo largo de los años, uno se queda horas y
horas, pensando muchas cosas.

Pero en realidad, uno no se queda pensando muchas cosas;
la verdad es que uno se queda y nada más.

Completamente inmóvil, mirando el vacío. Y -¿por qué no
decirlo?- uno se pone triste, miserablemente triste.

Y lo que más tristeza causa es uno mismo -el estar ahí.

Sin saber qué hacer. Sin saber nada de nada.

Y de repente ocurre un milagro:

el rato menos pensado, empieza a llover, y un relámpago te
deslumbra -un sentimiento de invulnerabilidad te envuelve,

con la lluvia.

Y si te dan ganas de escribir algún poema evocador,
seguramente no lo escribes;

prefieres escuchar la lluvia.

Pues una voz interior te revela que aquel poema evocador se
encuentra en tu bolsillo.

Y ésta es cosa que no te causa el menor asombro,
acostumbrado como estás a los prodigios:

en efecto, el poema se halla en tu bolsillo; y lo sacas, y lo
miras, y lo lees.

Y de pronto te preguntas quién habrá sido su autor,
como si no supieras que aún no ha nacido.

Jaime Sáenz -Bolivia-
Publicado en Fuegos del Sur

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