A pequeña distancia
duerme mi hija.
Como la curva de la cerradura,
como la llama mínima
encerrada en la yema que sella su existencia.
Yo no puedo tocarla.
No se puede tocar lo que está siendo,
ni el brote ni el latir de la semilla.
Desde aquí la contemplo
a pequeña distancia,
tan suya,
tan lejana.
ROCÍO HERNÁNDEZ TRIANO -Sevilla-
Publicado en Luz Cultural
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