Espejo, esmerilado
cristal a cielo abierto,
donde la sal se forma,
con el paso de los días.
En tardes o mañanas,
a veces arde un fuego.
Y todo, entonces se detiene,
quemando algunas almas
de acusada sensibilidad,
también quema miradas
y besos muy perdidos.
Para que sus cenizas,
habiten los espejos...
y resbalen lágrimas,
con gusto a esa sal.
Brillando en los bordes
de los calmos estanques,
como diminutos brillantes.
Por donde paseamos,
sorbiendo las tristezas,
con ese gusto a sal
de "Ses viejas Salines"
Por donde algunas noches
de pálida y plateada luna
espejuelean las estrellas,
entre tristezas descalzas,
mirándose en los espejos,
con piés desnudos y fríos,
tratando a veces de alejar,
indefinidas tristezas...
Espejo esmerilado,
cristal a cielo abierto,
donde la sal se forma,
con el paso de los días...
MARÍA LUISA HERAS VÁZQUEZ -Barcelona-
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