Ya no me queda viento
ni para mover cortinas
no es ni treinta y uno de Diciembre.
Quiero agotar el año,
quiero agotar el vino
que hace esperar, casi siempre lo pienso,
un camino de rumbos
que se queda en oráculo.
No espero novedad, no,
para este otro año.
No abro las cortinas ni los labios
porque uno, puede hacer versos inventando,
pero ve el viento a través de su ventana
y sabe lo que no es capaz de hacer.
Uno puede escribir sobre promesas
y la ilusa quimera de otro año.
Pero aún estamos a treinta de Diciembre,
aun puede ocurrir algo.
Mañana la noche será vieja
y habrá botellas llenas de nostalgia
y besos que no pasan de los labios.
La máquina del viento se hará órgano
y por un momento
tendré todo lo que quiero
deseando.
MIGUEL CAMUÑAS
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