Tú anciano que caminas,
con ese bastón curtido.
Avanzando por la orilla
de una costa, tan perdido.
Bordeas tu alma cansina,
entre golfos del sentido.
En los que cabos suspiran,
al verte sin un destino.
Tus arrugas son heridas
de unos tiempos vividos.
Tus canas tanto te brillan,
como el Sol de tu cariño.
En donde tus alegrías
y tristezas, han crecido.
Llenando rostro que mira,
entre arenas del olvido.
Tú anciano vivías,
en épocas de otros siglos.
Dejando huellas que miras,
como últimos resquicios.
Ricardo Campos Urbaneja.
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