Desarmo una quietud en el recodo de tu vendimia.
Desarmo, como la vida,
manantiales de espesas muecas en la noche.
Le pedí que viniera a verme
en el zaguán de un mediodía.
Y sin embargo, escucha,
resuena ruidos malditos en las pesadillas de la mañana.
Es el tiempo que no perdona.
La luz se extingue.
Y las mariposas callan
ISABEL REZMO -Úbeda-
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