miércoles, 30 de diciembre de 2015

MI REFLEXIÓN PARA EL AÑO 2016


Han pasado 365 días del año 2015 y un nuevo año comenzará con reverencia ante nuestros pies. La vida nos regala oportunidades incalculables entre las metáforas baldías llenas de infortunio, entre el lapso de la vida y la muerte, la que nos arrastra por la vida gimiendo o gozando de encuentros letales, febriles, inmortales, o de aquellos encuentros que nos saturan el alma con aspiraciones y sueños inextinguibles ante el éxodo oportuno o inoportuno de nuestra esencia. Resurge la flor marchita, en terreno árido, resurgen los aromas en tierras apesadumbradas, crecen las esperanzas donde la justicia es sin igual, donde la igualdad no existe porque el poderoso persiste en subir muchos escalones a toda prisa a toda costa sin importarle el sufrimiento del que queda en el primer peldaño, mientras se esfuerza para subir ese bendito escalón que tira y tira con corrientes de lágrimas, entre mares de desilusiones, entre caídas y desconsuelos porque la esperanza se aleja y se aleja en marañas de mentiras, de injusticias, de desamor, entre guerras y ponzoñas, entre el veneno que doblega la mente y el alma del ser humano y penetra hasta el corazón, aniquilando su latir, su resuello, su aliento que se avinagra en la acidez de la vida sin razón.

Sin embargo, no todo está perdido porque hay seres que queremos cambiar al hombre y al universo y deseamos un mundo mejor donde florezca como el azahar de las flores que embellecen la faz de la tierra, o como el arcoíris al azulado cielo, o como las aguas mansas a la mar, o como el pájaro a su compacto nido, o como la lluvia o el roció a los pétalos y vasta tierra. Nuestros ojos son lagunas cristalinas que bañan inmensos ríos y franjas de amor que aún existen y que renacen y hay que cuidarlos.

Las doce campanadas del año nuevo se darán y estamos frente a la gloria y el fulgor de nuestra historia como diamantes que irradian luz, que irradian alegría, que marchan como antorchas frente a la vida que es sorda y muda, tratando de escuchar al indigente, al inminente, al poderoso, al que guía nuestros pasos y al que levantamos nuestras plegarias pidiendo lo mejor; excelencia para la desavenencia, sabiduría para la cerrazón, inteligencia para la impotencia, salud para calzar sensibilidad, amor y para esparcir con el viento cariño, ternura,... ilusión al mundo hambriento y garantizar sus sueños. Las doce campanadas sonarán y muchos deseos se pedirán, brillarán las estrellas del firmamento, y nos comunicarán su gran sentimiento, la aurora se anunciará trayendo paz y no guerras, amor y no odios. La justicia sentará cabeza en el cosmos y viviremos a la par de todos nuestros retos y victorias porque divina es el alma que espera dar y recibir un hálito de vida. Reza el niño reza el grande rezan las tierras para que el hombre cambie, rezan las aguas que son envenenadas y se alistan para recibir el cristal y manantial de aguas. Rezan los andes y las punas en su belleza y majestuosidad y respiran aire puro con libertad y en vuelo veloz los pájaros volarán libres, sedientos y con hambre pero libres.

Todos rezan y no se atestan de sus rezos al quedarse a medio rezar. Se siente el regocijo de la fiesta de año nuevo que con gran pesar se arrima solemne y sempiterno, alegre y milenario en suspenso indebido o querido y mis letras... prosiguen su ritmo y se moldean a mis formas indescriptibles y escriben mis pensamientos que muchas veces no tienen sentido porque siento al mundo confundido entre violentos remolinos de tristeza, como gaviotas aladas entre la espuma de las violentas olas del mar que golpean las rocas y se turban, en el crujir y lamento de los árboles por el viento encendido y las ramas que van vociferando su descontento contra el frío invierno en gélidas montañas, cortando el cristal emboscado que encierra la sombra de la noche. De pronto, un rayo del sol se levanta, para salvar al mundo de las tinieblas; nos iluminamos entre las nubes negras y rocas que gritan salvajes, y las gaviotas prosiguen su vuelo, tras la luz de la mañana... tienen libertad de volar y su vuelo no es furtivo. Son libres de volar.

Mis palabras resuenan como ecos y las escucho y las puedo ver y las puedo leer y oler... son recuerdos son presentes son futuro y quiero ponerle buen tiempo a mala cara y al mal humor sonreírle con el marfil de mis labios que se endulzan pensando en un nuevo año... que florecerá como la primavera y el frío guardado en el corazón disipará sus dolencias... habrá luz para mis ojos, luz para mi alma luz para disipar las tinieblas que sumergen al mundo es la oscuridad... solo entonces un rayo brillará para entibiar el alma para suavizar la semilla que germinará con tibios cantos y las golondrinas volarán y en su trinar darán gracias a Dios por la rama y su nido, por el barro y su abrigo, por no ser cautivos y gozar del campo, del arado, del sembrado, del fruto que da vida... y con justicia llamaremos al Año Nuevo.

¿Qué nos traerá el año que va a empezar? Nos traerá fe, paz, esperanza, unidad, justicia, integridad para poder compartir con el que necesita que sufre, que llora y que ríe. Al derramar tu gracia Señor concédenos la paz divina para no desfallecer y haznos generosos sin fortalecer nuestros odios y venganzas. Danos el don de escucharte, ojos para poder verte, corazón para poder amarte y mirarte. Danos humildad para poder convenir con los que requieren de nosotros y estén dispuestos a servirte con tu gracia. Derrama tu santa voluntad y amor sobre todos nosotros y que así sea. Que todos tengamos un feliz año nuevo con grandes motivaciones, esperanzas y que lo que nos proponemos hacer tenga un resultado grandioso. No a la guerra, violencia, odio, venganza, destrucción del planeta, que es la neta o mera vida nuestra. Sus pulmones son nuestros pulmones y respiramos o expiramos con ellos.

Gracias Señor por los días llenos de sol y también los nublados tristes que me diste; gracias Señor por las tardes hermosas y alegres; por las noches oscuras y tenebrosas; gracias Señor por la salud y las enfermedades; por las penas el dolor y las alegrías en súbito; gracias Señor por las sonrisas, por las flores, por las lágrimas, por las manos amigas, por todo lo bello, por el trabajo, por las dificultades, por haberme dado abrigo y sustento, por hacerme crecer en tu fe, dándome mucho o nada, donde aprendo a ser fuerte; gracias Señor por el año que vendrá; gracias por darme la vida y un techo, por saciar mi hambre y darme esperanzas; gracias por amarme con paciencia, y yo amar a mis hijos con esa misma resistencia, con desprendimiento y generosidad; gracias Señor por darme todo lo que tú deseas que tenga y por obedecerte y quererte. Soy feliz dentro de mi pobreza y mis hijos así me aman.

¡¡¡Feliz y Venturoso Año Nuevo 2016!!!

Rosa Elizabeth Chacón León/Stevens -Perú / USA-

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