miércoles, 30 de diciembre de 2015

BUSCAR LA MAR


"Senda de tus cabellos, de tus manos…
dulzura de tus ojos infinitos…
¡ tu olor de primavera !
Todo ha muerto."
- Alfonsina Storni -

Dibujando horizontes con esmero
sueña el lubricán colores,
despeñados suicidas sobre la piel del mar.
Al pie del faro piensas: "hermosa tarde
para dejar de ser…" El espigón te llama
en un silencio amanerado y dulce;
un continuo viento Sur
parece que te empuje por la espalda
con firme suavidad; te atrae la rompiente
con voz autoritaria, húmeda y recia,
mientras las olas cuelgan, con rabia contenida,
sus lágrimas amargas sobre el rostro
tallado por el miedo a saber por qué estás ahí, de pie,
esperando cobárdemente osado…
Es lenta y pegajosa la senda del regreso;
desciende con premura la noche de lo alto,
el frío va colgándose indeciso
de las humildes ramas de los sauces,
como bañando en vértigo el tiempo que se muere
oculto entre sus hojas.
Arrastras con la mano una lágrima lenta,
que el aire persistente descuelga de los ojos;
se apresuran las piernas como huyendo,
la penumbra parece derretirse
por los alrededores del regajo
que bordea la casa que fue suya
y sientes que tu amor es ese arroyo
oscuro que te acecha,
y en el que derrotado se suicida
tu corazón sediento sin su boca.
Frente a la casa tiemblas y el pecho duele herido
por el grito inhumano que lo empuja constante, desde dentro.
Un "vuelo de la muerte"
la llevó hasta la mar, cobardemente niña
-ya hace años imborrables y oscurosy
sabes la derrota de su ausencia.
Amarla de memoria resulta insuficiente,
la piel, el beso, el sexo, necesario el abrazo…
Tu cuerpo la reclama:
sueñas con derramarte por sus ojos infinitos,
volver a hollar la senda que te lleva a su cuerpo,
oler en su cabello primaveras,
sentir en lo profundo sus hacendosas manos,
osadas y curiosas como peces,
y asaltar la frontera de los dientes
hasta lamer la lengua acobardada
del húmedo naufragio de su boca.
…Pero entiendes que hoy su tacto es imposible.
Traes el amor crecido y desbordado,
rezuman los bolsillos repletos
de ese llanto, que tanto necesitas
para seguir sin ganas vivo ahora,
escondes el suicidio inapelable
en la bolsa de las cosas pendientes
y esperas venideras ocasiones
que supones, o sabes con certeza,
llegarán para abrirle puertas al aire Sur,
que se apresure por llevarte a la Mar
y reencontrarla.

Luis Carlos Mendías Márquez (Sevilla)
Publicado en la revista Aldaba 28

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