No sé,
no sé si escribiré los versos más triste en esta noche,
no sé,
no sé, porque el tiempo apremia
y mi silencio se agota,
mis palabras henchidas
se van menguando
en este triste anochecer.
No sé si te escribo temprano
o ya es tarde para que regreses,
no sé.
Mis entrañas se empañan
de la tristeza de esa fina lluvia,
que va cayendo del cielo,
un cielo quebradizo e inmortal,
lacrimoso y embellecido
por esas cristalinas aguas mansas
que aún me ayudan a respirar.
No sé si perpetuo será mi castigo,
que no sé de dónde vino,
ceguera en mis ósculos,
mi oído, perdido,
de una extraña sensación de vacío
rebosa mi espíritu,
y me hace perder la cordura,
expoliando mis sentidos.
No sé si serán vastas mis letras
en esta noche fulgente,
mis versos, contigo compartidos,
se ahogarán, como el lubricán,
entre montañas y ríos,
entre baños celestes,
anaranjados, amarillos.
En este mar te recuerdo, hijo mío,
¡cómo la orilla se cubre de brillos!,
cuando el manto de las olas
arropan la cálida arena,
y juntos, sentados, nos damos un beso,
un beso de hermanos.
Me tienta el recuerdo
de cuando eras un niño,
es por ello que escribo,
pero no sé,
no sé si esta noche
escribiré los trémulos versos,
los versos más tristes
de este bardo sin hijo.
Lágrimas me van colmando
en este averno tan frío.
MILAGROS RUBIO MAS.
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