Sé que me engendraron con amor
en el suelo, sobre la alfombra de una piel de toro;
donde clavé con avidez y mucho amor
mis tiernas raíces, para percibir pronto tus jugos
y librarme de la sin razón del hambre y la miseria.
Ella, raíz de luz, fábula dulce pastel, que tantas
civilizaciones quisieron hincarle el diente
a sus quince regiones... y siempre se hicieron una piña cerrada
para defenderse como quince hermanas.
Ella, la de las manos tibias, manteniendo
la paz y el orden en el hogar familiar;
repartiendo las migajas y las abundancias... más o menos
a partes iguales, aunque estén casi todas casadas...
Pero como una amorosa madre... quiere que por siempre
sigan siendo una gran familia, aunque cada una
gobierne y administre su propia casa;
pero siempre arropadas por esa gran bandera
que fue el mantel de casa...!
Ella, raíz, que se convirtió en árbol de quince ramas...
se le parte el corazón cuando ve que la sin razón
trata de desgajarle alguna de sus queridas ramas...
Ella, aleluya desahuciada de un cielo sin uvas:
las defenderá a todas... con su sangre y su alma...!
RAFAEL CHACÓN MARTEL
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