Mi corazón está arañando la sepultura de los besos.
El llanto forjado por la valentía de un verso,
a golpes toca las ansias de un te quiero,
salpicado por el olor del decrépito cielo
Galopando de noche, intento huir
en la salvaje postura de una lágrima,
teniendo un nombre para defender los relieves,
teniendo la dicha de amar sin saberlo.
Mi corazón araña los latidos
que sangran en dulces espinas,
transportan los nudillos de los puños,
al arrojo del sinuoso averno.
No rompen con los dedos
el trozo del cristal que sobre mi piel,
diluido se queja de cualquier postura inerte,
de cualquier caricia sombría.
No. No quiero ni debo
cumplir con el temor pactado,
de este amanecer siniestro,
de esta piel curtida,
inhóspita manía,
de este mármol enrojecido.
ISABEL REZMO -Úbeda-
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