Era un confín perdido por mis sueños.
Una estela grabada, que no quiso
llegar a la espesura de mi espacio
en las horas juveniles de mi abismo.
Era luna esperando, limpia y niña.
Era un reflejo lejano y decisivo
que vagaba perdida en el silencio
para unir su destello con el mío.
Era estrella perdida y temblorosa
en el espacio de luz del infinito
prometiendo explosiones de cadencias
al oscuro capricho del destino.
Era nota predicha de antemano;
Partitura y ofrenda, donde quiso
dejarme eternizado el universo
el temblor de esperanza del instinto.
Se hizo rosa temblando en mi cintura
con un toque esencial de lo divino,
y se cuajó sellando herencia y alma
en el ansia gravada del principio.
Fue una dulce cadencia primigenia,
aroma del Edén, del Paraíso.
Retorno y Génesis premonitorio
resurgiendo del amor en estallido.
Se hizo hilo de sangre que se enlaza
como el oro del trigo refundido
en la rosa más pura de la carne
y el aroma más suave, seda y lino.
Se hizo pulso, corazón, carmín y aire,
terciopelo de luz, frutal y vino.
Salina y tierra, agua sol y cielo,
para un mundo de amor en mi destino.
Ella vino hasta mí, cálida y tierna
como el dulce susurro del cariño,
dando luz a la luz sobre lo eterno
en mi pulso perdido e indeciso…
¡Ella marcó su senda con mi sangre!
¡Y su sangre fue la fuerza en mi camino…!
¡Porque el camino de la madre con la hija
es Alfa y es Omega del destino!
GRANADA SANDOVAL
No hay comentarios:
Publicar un comentario