Esqueléticas ramas de invierno,
de donde se cuelga un sol pálido,
algo triste y cansado de diciembre.
Cuando se va ya despidiendo,
al marchar despacio tras las colinas,
esquivas ,difuminadas .Faltas de luz
en sus extremos, como deslavazadas.
Y en el centro, ese rojo sol,soberbio,
dueño y señor absoluto de la escena,
que va anunciando ese ocaso final,
con rayos y sangre,enrojecida la herida;
agarrándose a las esqueléticas ramas,
de esos árboles,en el anfiteatro del día,
enmarcando, toda esa invernal escena.
En la agonía final... de cualquier día.
MARÍA LUISA HERAS VÁZQUEZ -Barcelona-
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