Hay miradas algo extrañas,
que nos turban e inquietan
y no sabemos interpretar.
Miradas de misericordia,
miradas muy implorantes
que piden y suplican siempre,
son miradas sin posible olvido
con ojos terribles, agrandados
y orgullos desterrados...
Hay miradas que duelen
y se apagan como viejas velas,
cuando llegan a su final,
son miradas de despedidas,
a la vida, a lugares, a seres
!No las quiero recordar!.
Me duelen las miradas
que esquivan mi mirada,
son cobardes y pusilánimes,
suelen esconder mentiras.
!Las quiero lejos de mí!.
Y adoro esas miradas
de amor incondicional,
juvenil,nuevo y sincero;
en la esquina tan esquiva
de la infancia ya perdida...
con prisas siempre por llegar
a una vida adulta, idealizada.
donde ensayar las miradas
para conseguir "fines".
Dejando siempre olvidadas,
las inocentes y claras miradas
de una infancia lejana...
Con miradas maternales,
sinceras y trasparentes
que dicen tanto sin palabras.
Y que a veces recordamos,
pues se quedaron en nosotros.
Y por ello volvemos a tener,
la candidez olvidada
de las miradas cariñosas,
de niños , ancianos y madres.
!Siempre mis preferidas!
Reflejo de aquella mirada,
que el primer día de vida,
nos regaló nuestra madre.
MARÍA LUISA HERAS VÁZQUEZ -Barcelona-
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