miércoles, 11 de noviembre de 2015

LA HISTORIA DE MI CIUDAD


La historia de mi ciudad
puede leerse
en un trozo de chicle pegado en la suela de un zapato,
en el rosicler de un escritor que escribe sobre nenúfares cuando lo más redondo que vio nunca en su vida fue el tomate de un calcetín,
en un agujero espolvoreado por una patada en el culo,
en el refrán que es el laberinto de una sopa de letras derramada entre los pechos de la diosa fortuna,
en las historias de Roma y los sudores de las paredes de barro de una choza de Angola,
en un charco pequeño en dónde lo más pequeño
que uno puede encontrar es el corazón de las tinieblas,
en un fiordo de asfalto colgado de las farolas
que hacen sombra en los espejos de los bares de carretera,
en una tarde cualquiera en dónde el bien y el mal se pelean por saber quién es más antónimo que quién,
en una calzada romana que se convierte en senderos nunca hollados con la suficiente insistencia,
así puede leerse
la historia de mi ciudad.

GUILLERMO JIMÉNEZ FERNÁNDEZ -Mérida-

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