Enigmas radiantes del pasar
donde todos perecemos,
caminantes raudos del andar
donde perdemos todo,
al nacer perdemos la protección
del cobijante útero,
y en la niñez perecemos en medio
de restricciones felices,
no tenemos ni voz ni voto
somos libres a media asta.
al entrar en la adolescencia
perdemos la inocencia pura,
pasa el tiempo y con la juventud
llega raudo el amor,
llena de alientos y espasmos
y llega la unión matrimonial,
perdemos la libertad
y obramos ceñidos a contratos,
caminando desnudos en la prisa
pasan los años,
y el amor cae entre marasmos
y la rutina se lo lleva colgando,
se va el amor y llega el olvido
y ni para eso ya tenemos tiempo,
llega la madurez y con ella los miedos
las enfermedades, las quejumbres,
se ha marchado la salud
hemos perdido la juventud y media vida,
las canas y las arrugas invaden ciertas
llega la vejez
hemos perdido casi todo
solo tenemos algo de bienes en la estera,
y por último perdemos
lo único que realmente nos ha pertenecido
la vida,
pues llega la muerte y se la lleva sin atenuantes,
y al pasar los años, en el sepulcro
creemos que hemos perdido todo,
y la carne se deshace, se pudre
solo queda un esqueleto deforme,
que con el tiempo se convierte en tierra
de donde un día, salimos.
esa es la vida humana
un constante devenir de pérdidas,
al final no queda nada
porque hasta el recuerdo el tiempo se lo lleva.
JOSÉ VIENTE CASTRO -COLOMBIA-
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