Las flores atizan los vientos,
mentira, direte tan vano,
corrillos de dimes a cientos,
cotillas, medida de enano.
De ti y de mi ya presumen
que somos los ángeles locos,
futuro de los que se ahumen,
luciendo por siempre entre focos.
No pido un respeto imposible,
no lloro, pues nunca he llorado,
no canto canción, es horrible,
perder un rincón olvidado.
Despido por fin serenata,
silencio que no ha suspirado,
me dices al rostro si es grata
la simple mitad que ha acabado.
Julio G. del Río -Valencia-
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