viernes, 4 de septiembre de 2015
FRANKENSTEIN O EL HORRENDO HUÉSPED
(Última carta de Robert Walton al Secretario General de las ¿Naciones Unidas?)
Lo había deseado con tal ardor que excedía a cualquier
sentimiento imaginable; pero ahora que lo había terminado, la
belleza del sueño se desvaneció y un horror y repugnancia
invadieron mi corazón.
Frankenstein, Mary Wollstonecraft Shelley
Supe el error, fui Magnánimo tarde, aunque nunca es demasiado pronto –casi resulta ofensivo citar a Novalis- para cantar: Tú eres la muerte y tú sólo nos salvas.
Anteriormente, el nacido, fue alimentado en el odio por décadas, fue financiado en silencio y blindado su corazón por la estrella Única, hexágona a veces, otras cruzaban sus órbitas media centena entre el Tigris y el Éufrates, mégano oía, ahí: Hiena… Y amó amanecer con el puño de corazones cerrado…
(Falta el final de la carta)
Así, Ban Ki Moon
fue hacia los hielos del norte faltaba el
fin de la historia.
Nada Hubo.
Al volar gris
de una paloma en ocaso,
supo el error, como blanco de halcones,
años más tarde
¿Cuál de los dos era el monstruo maldito?
Supo el horror, por entonces,
para escribir el final[de esa carta]
y remitirlo al diablo:
Ven a por mí, porque vivo sin tiempo. Nadie me espera, ni nada me acopia. Bajo la noche sin nubes, somos iguales que estrellas y luna: Siervos del Sol, sin imagen ni humo.
Del libro Goethica de JOSÉ CABRERA MARTOS -Jaén-
Publicado en Luz Cultural
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