Lagunas espectrales.
Relìeves acentuados,
Un cuerpo mutilado, y sin ojos.
Bastones de manos bifurcadas
Que sostienen al cuerpo y su osamenta.
Bolsas de manta
De efímera elegancia,
Tan llenas de locura
Que le hablan
A la virtud insatisfecha de mis ojos.
Se revuelven los misterios,
Giran,
Se elevan,
Atrapando las ideas.
¿De quién es ese cuerpo destrozado?
(Grita el niño marinero)
¿Le comieron la cara las gaviotas?
Preguntó ansioso.
¿La vida lo ha copado de desgracias?
¿Le ha dado un rumbo,
Sin sentido,
A sus pies de espejos?
El fémur que canta es un milagro,
Y las recias paradojas de las piedras,
Que por amor al arte de los hombres,
Hoy,
Son montañas que nos miran,
Y sorprenden.
El remanso de una playa de cristales,
La ilusión de arenas dilatadas,
En un DALÍANO y escrupuloso sentimiento,
Nace de la mano de un mendigo,
A quien alguien,
le ha robado el rostro.
Existe el niño cincelado,
Por una paranoia surrealista,
Una cognocencia irrefutable,
De un mimetismo
Marinero,
Digno de un tiempo,
Interior...
Roberto Rochins
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