Lágrimas de sal y viento
chorrean por el rostro sin edad,
la miseria la cubría, la bañaba,
en un océano de dolor.
Herida de muerte la autoestima
y el alma sin voz.
Era una más,
otra más de una lista sin final.
Resquebrajada, partida en dos.
Y el amor…
el amor se murió en sus labios rotos,
agrietados por los golpes
y el odio de su agresor.
Perdida,
dolida,
humillada,
vencida,
ante un puño fulminante
que la vida le ofreció.
Quería pintar el mundo,
pero el negro
es un color sin color.
Tal vez un día
me pueda poner
unos zapatos rojos.
A lo mejor ese día,
tan sólo ese día...
no me pega.
Rafi Guerra
No hay comentarios:
Publicar un comentario