La mañana está triste
llora el cielo,
las nubes espesas
escupen rocío.
La mirada ida de las ninfas
reflejada en las olas,
desaparecen
bajo las hierbas muertas
olvidadas en el tiempo.
Se despiden las olas del río,
zarpando sin rumbo
pintando un adiós
en un frío invierno.
Se marchan,
pero no antes de mirar
el horizonte
pero nada, nada más llevan
una ausencia, un gris silencio
y unas lágrimas cuajadas
que gotea, quemando
cada vez más
su ya abiertas heridas
Las ondinas se abrazan
desvanecen, sucumben
al ver las aguas tan negras
llena de avaricia,
contaminadas de codicias
Apesta tal líquido vital
Las aves rapaces preguntan
¿Quienes responden esta vileza acción?
Desde la orilla del río Dríada
abrazada a un árbol muy triste
responde, la respuesta está en la conciencia humana.
Nery Y. López Cubilla -Paraguay-
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