Dos llamas se juntaron esa noche
en el fuego abrasador de nuestros cuerpos
y al ruego de tu boca despidieron
chispas de amor en la quietud de nuestros labios.
Eterno fue el momento y la pasión,
desbordante el deseo y el placer,
tu dulce miel bebí desesperado
de tus labios, y de tu flor de embrujo;
mientras dos golondrinas solitarias
volar quisieron a anidar mi boca.
¡Oh, bella y cándida mujer!
mi verso es el perfume que te aroma
hipnotizado por tu mágica hermosura
y el abismo de encantos que guardas en tu cuerpo
¡Infinita gema de bellos primores!
que encierras tu luz de alegre esperanza,
guardas un misterio de amor e ilusiones
para hacer soñar a los corazones
vivir con tu amor idilio de flores.
Eterna soñadora, de amor inmaculado,
no hay amarga existencia que arrastre tu conciencia
pues vives el amor, con amorosa calma.
Ysidro Parra -Venezuela-
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