I
Cultívese la flor de enamorado,
añádanle la suerte del destino,
riéguenlo todo con la fe en las manos,
mezclen su resultado con el mimo,
apuren cuatro gotas de milagro:
no hay fruto más hermoso que el cariño.
II
Poemas susurramos de amoríos,
amándonos mediante las palabras;
tratando de saber cuánto me amas
reclamo yo en mis versos tu cariño.
Tú pides mi querer igual que un niño,
con voces de querencia y de alegatos;
las almas ronronean como gatos
y se funden tus labios con los míos.
III
Tómame, mujer, la mano,
enrédame en tus cabellos,
acaríciame en tus brazos.
En el mar del dios alado,
tras el chasquido de un beso,
navegarán nuestros labios.
IV
Mi anhelo ha sido parabién cumplido,
emana como esencia de añoranza,
soy ave que aterriza en su cobijo.
Sueño que en su vagar mi voz la alcanza;
despierto, y aún yo creo estar dormido,
pues, junto a mí, mi bien siempre descansa,
hermosa y dulce y frágil como un nido
de crías de gorrión que suave cantan.
Sus labios me sonríen como un río
que desemboca al fondo de mi entraña,
surcando caudalosos vanadios
de paz, de vida, de luz, de esperanza.
Aguas calientes en invierno frío,
con el ardiente sol aguas templadas,
hasta alcanzar un perfecto equilibrio
en el ecosistema de las almas.
Pedazos enredados de un ovillo,
como enzarzados en felinas garras,
de hoja perenne del tiempo vivido
que habita en nuestra bienaventuranza.
Sonrisa inquieta con aroma a vino:
un beso requerido por la dama.
Tranquilo paseo por el destino:
Primer crepúsculo de una mirada.
V
Una gestación temprana:
Nueve meses concebida,
desde el primer día emana
aroma a recién nacida.
Cosecha de la mudanza
de tristeza a una sonrisa,
en el capacho la danza
del mar que alcanza a la brisa.
Biberones de ternura,
patucos de la ilusión,
natural ley de Natura,
fruto de hembra y varón.
Los chupetes son los labios
que con los labios se funden,
los juguetes ojos sabios
que con astros se confunden.
Un ángel sobre la luna
dibujada en el babero,
mecida calma en la cuna,
en sus manos, sonajeros.
Papillas de la esperanza
de un camino por delante,
de un futuro de añoranza
de la mano del amante.
Sergio Pardo Delgado.
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