Resiste
el fuego de su mirada
que desata tus nervios.
Resiste
el calor de sus besos
que te deja indefenso.
Resiste
la presión de sus dedos
en tus brazos.
Resiste
sin inmutarte las críticas
malintencionadas de los envidiosos.
Resiste
el monótono paso del tiempo
que acaba paralizándote.
Resiste
el dolor que lentamente
te va deshaciendo.
Resiste
el frío de la mañana de invierno
que hiela tu cerebro.
JOSÉ LUIS RUBIO
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