Se murió la perrita canela – perrita halagadora.
Ahora el Rancho tá triste – huérfano de ladrido.
Y pasa de Yo burlando la hija de la vecina.
Dice entre carcajadas – ¡ése es amor canino!
Y siento que voy a odiarla – pos no entiendo su trino.
Mas dicen que el alma empieza a conocerse,
cuando en otra alma se mira.
Ella es hada del solitario camino, sus hermanos
los montes. Ni sed ni fatiga su humor arrebata y
no la cambian los cambios.
Ayer la vide cuando se iba pál río, a hacerle justicia
a la ropa sucia.
Y a Yo me acogían sus bellos ojos, como a la lluvia o al viento.
Es verdad soy extensión de la oración que dejó mi Madre,
Pero también necesito amar.
Del libro TROCITOS DE ELLA EN MÍ de
OMÍLCAR CRUZ RESTREPO
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