A estas alturas mido
la talla de las verdades,
el mar de las soledades
y el viejo cuerpo que cuido.
Ya procuro no hacer ruido,
mirar a todos los lados,
ser del tiempo el aliado,
mendigar sólo lo justo;
procurar morir a gusto
es juego de condenados.
Los últimos laberintos
son los caminos que admiras,
el peso de las mentiras
van marcando los instintos.
Ya saltaron los precintos,
no queda nada guardado,
casi todo está olvidado,
se van abriendo los puños
que sólo causan rasguños,
la fuerza se ha terminado.
Se han ido ya casi todos,
permanecen los recuerdos
y no todos andan cuerdos,
me olvidé de los apodos.
La lucha codo con codo
ahora es imposible,
sacar pecho es risible
y no me sirve de nada,
me olvidé de tu mirada
en esta hora terrible.
Julio G. del Río -Valencia-
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