Hoy he visto mi tiempo,
he contado las sílabas de la eternidad,
los vanos dioses,
las monedas exactas del consuelo,
y en una ceremonia de íntima piedad
he puesto a reposar la copa
que beberé aquel día
en que las últimas fibras de mis versos
hagan un pacto de silencio
con las últimas fibras de mis nervios.
He puesto a reposar la copa
pero antes bendije la inocencia
de mi esqueleto próximo
que será entre otros tantos
como hermanad inerme
y después noble tejido de cenizas
entre el viento y la luz de lo que nace.
Vestal destino entre paréntesis.
Aquel fuego, ese fénix insurrecto
es sólo un montículo de sueños
arena de espejismos
arrebato de ángel que aún sigue cayendo
en la espalda del hombre
sangrando por adentro las imposibles alas
la plenitud salvaje de un edén transitorio.
Qué ansias de abrazarme
en fraternal ceniza
donde la muerte de morir se muere
y da a luz a otro edén: devenir intangible.
Ah, sosiego infinito.
MARTHA OLIVERI (Ciudad Autónoma de Buenos Aires-Argentina)
Publicado en la revista Gaceta Virtual 102
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