Y llega el viento...
y para no perderme el suceso,
salgo a recibirlo.
Me paro en la vereda,
con los brazos abiertos
de par en par...
Cierro los ojos
y me dejo...
El viento me golpea
y me hace tambalear.
Pasa, agitándome entera;
mi pelo, y mi alma,
helándome la piel
y el espacio que te piensa.
Y sigue su camino.
Y yo en pie.
Maritza Álvarez -Chile-
Publicado en la revista Arena y Cal 208
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