A poco de esperar en las sombras
a que salgas para poder desearte,
creando en fantasías una alfombra
donde pudiese por fin abrazarte
asomaste con tu atuendo de seda
al balcón maldito que separaba,
tras los árboles que sin hojas deja
mis suspiros y tu esquiva mirada
traté de escalar con mis anhelos
por la enredadera de mi lujuria,
y columpiarme con tus cabellos
ya sea suave o con mucha furia.
Volteaste mirando hacia el cuarto
tan oscuro como mi sentimiento,
me diste la espalda sin saberlo
imaginándote, seguiré sufriendo
la triste sensación de necesitarte
sin que tu joven corazón lo sepa,
mientras tanto he de observarte
hasta vernos en otra noche de fiesta.
Ramón Pablo Ayala (Argentina)
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