(Le dije a Paula que su historia de los aviones de varios chorros
me parecía muy poética y que escribiría algo. Eso hice.)
Un encuentro.
Un matrimonio amigo.
Una casa en Guaymallén.
Seis pies descalzos
sobre el pasto fresco del jardín.
(Paula no se sacó los zapatos)
Un asado en proceso.
Una mesa.
Cuatro vasos.
Dos botellas.
En vuelo nocturno, con sus luces encendidas
pasa un avión, aproximándose al aeropuerto de Mendoza.
Dice Paula
que de día se ven otros aviones.
Unos son de dos chorros.
Otros de cuatro chorros.
A las siete de la tarde, todos los días, pasa uno con muchos colores.
Ese le encanta bastante.
Agustín tiene treinta y nueve
Este Viernes cumple cuarenta.
(Parece de treinta)
Ella tiene dos hermanos.
Los tres son tan unidos
que parecen uno.
María Luz y Tadeo son los dos hijos de Agustín y Paula.
Se van adormir.
Son buenos hijos.
Son buenos niños.
Nosotros los cuatro adultos
nos quedamos hablando de educación.
Queremos fundar una escuela
en la que se enseñe que el amor es uno
y que tiene la capacidad de multiplicarse hasta el infinito
por los siglos de los siglos.
Agustín bendice la comida.
Yo bendigo en silencio este encuentro.
Amén.
Daniel Allaria Oriol -Argentina-
Publicado en la revista Arena y Cal 208
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