lunes, 3 de febrero de 2014

ÍGNEOS


Que funda el infierno tu nombre
y el mío.
Que arda piel de dioses
en nuestra piel de barro.
Que incandescentes hornos
calcinen en la ceniza
que incendiará
nuestro siguiente atardecer.
Que nuestras alas intactas, invisibles,
ocultas permanezcan
cuidando la semilla
en el corazón ardiente de la nieve,
eternamente fría
eternamente ardiente.
Para que así la vida
con un soplo divino
surja nuevamente,
el Espíritu habite el nuevo cuerpo
y se cumpla el ciclo
eterno de la vida.

Azucena Caballero -Chile-
Publicado en la revista Oriflama 23

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