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A TI, QUE NO TE CONOCÍA
A ti, que no te conocía,
que no sabía de tu
existencia.
Se confundió la noche
y mis pensamientos
reencontrados.
Me perdí en el
laberinto de la luna,
y me cegó su
resplandor.
Surgió como
surge la muerte,
hiriéndote el alma.
Como un grito
en mis noches
sintiendo los
ecos de tu voz.
Y allá, a lo lejos,
se me fue
el alma, la vida
y el corazón.
ETERNA SOLEDAD
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