A Miguel Romero.
Nadie sabrá esta noche
que el hombre ha regresado al mundo
donde vivió un capítulo de auroras
y el incansable péndulo vernáculo
grabó su soledad de siglos.
Deambula, pasea el hombre
por estas calles de su infancia,
por este pedregal en niebla y sueños
rememorando un día, ya lejano,
en donde el véspero dispuso
la mutación social de viejos trenes.
Nadie conoce la razón,
el núcleo de su vuelta ni el nocturno paseo
por este barrio antiguo donde el niño
alentaba su juego y travesuras,
donde el adolescente disponía
surtidores de amor en las muchachas,
bajo volubles cielos de Cupido
Anda despacio el hombre, silencioso,
condicionando los guijarros
del duro pavimento. Nada
le impide ser el ser que simbolice
las piedras del ayer, la cal,
ni el alquitrán insólito del tiempo.
Aunque sean las mismas,
las cuestas tienen un mayor declive
que en sus años de pídola y triángulo,
cuando la flor se abría en los jardines
y era más trigo el campo,
más roja la amapola, y el lagar
vertía un néctar bíblico en los vasos.
Como el clamor del hombre
perdieron las fachadas su blancura.
La cal de ayer tomó el estambre
de las tonalidades insurgentes;
transformación y pulso, trueque
de una metamorfosis progresiva
que empequeñece el horizonte.
Nadie sabrá de su paseo,
nadie podrá impedirle
revalidar la fe de su memoria.
Aquí todo es silencio,
poso en el paso de la vida.
Nadie, por él, sabrá mañana
el misterio que arrastran sus zapatos
ni el gigante de amor
que el corazón conduce hasta las sienes.
Vivir es su alegría, su nostalgia,
el trampolín candente de la historia.
Sueña el hombre. Camina por las calles
que un día fueron púberes escalas,
y sus pasos son aves migratorias
que retornan a tiempos de optimismo;
espejo son de antorchas juveniles,
éstas que en pie pone la aurora
del dios que, solo, solo y en silencio,
ha vuelto al corazón de sus orígenes
mientras le roba el nácar a la luna
y hacer pretende sus collares
con el áurico polen de su estrella.
Nadie, nadie sabrá esta noche
que el hombre ha regresado
al mundo del amor y sus silencios.
Nicolás del Hierro
Publicado en la revista 2 poemas y un café.
jueves, 26 de diciembre de 2013
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