jueves, 17 de agosto de 2017

RECOGÍ A MI HADA


RECOGÍ A MI HADA
recién caída
de la primera trepa
de un antojo.
Le di de beber
de la tinta que decora mi piel
y le entablillé las alas
con retazos de la tela
de un amor
entre imposible e impensable
y dos alfajías
de un postero abandonado
en los altos de Gomorra.
La cuidé en su convalecencia.
Me cuidó
de calenturas maltas
y de las tercianas
que me enferman
por vicio y complacencia.
Nos cuidamos… Luego voló.
Una vez sana
y harta de mí yo enfermizo crónico
se fue.
¿Si la echo de menos?
Bueno ella es un hada
y yo un futuro cadáver (como tú)
Ella no existe (según la cordura)
y mis fantasías
son reales hasta el dolor.
Al antojo del que cayó
le entró la seca
y fue cortado para leña,
que aquí los inviernos
sin ilusiones
con las que calentarse
son muy fríos.

Francisco Tomás Barriento Eusebio

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