lunes, 7 de agosto de 2017

CUANDO VI LA VIDA


La vi danzando en aquella playa de arena blanca y me acerqué a ella para preguntarle si era feliz. No me quiso responder de inmediato pero me miró a los ojos y cogió mis manos para ponerlas en su corazón y sentir la vida vibrando en su tic tac a cada segundo de su propio reloj. La vi dando besos al viento en el otro lado de la playa. Era una posición invertida y podías observarla en su dimensión más mundana y también en la más profunda y verdadera. La vi dadivosa, queriendo ocupar los dos lados al mismo tiempo invitándome a comprobar el vértigo cayendo a través del fi no canal que conducía de uno a otro, con prisa en el tiempo, con pausa en la vida.
La vi dama eterna que no teme a nada, volcando la arena de nuevo y riéndose de todo para volver a bailar el tiempo que le permitiera el último grano de arena. La vi daga del miedo, cruzar por sus ojos y fulminarla con sólo una mueca burlona de sus labios. Y sí, vi la vida, y me dio su reloj de arena para jugar con él por unos eternos segundos…

Soledad Fresno García
Participante en el VI Certamen Microrrelatos Libres Memorial Isabel Muñoz

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