Hay una luz granítica de junio
Y un mar extraño;
escamas de dragón sobre las olas
del cuento inacabado.
Sobre la playa niños que hace tiempo se fueron
y restos de otras vidas esparcidas.
Un viento circular,
tarde porosa
como piedra de lava,
como esponja marina.
Julio baila y el mar sigue latiendo
ajeno a sus pisadas,
menudos jeroglíficos
que no acierto a leer, es su lenguaje
ajeno, primitivo.
No hay horror en su juego con el mar;
es una bestia amiga, un monstruo inevitable.
A veces la extrañeza navega en su mirada.
Se pregunta: ¿soy yo ese rugido que amenaza tragarme?
Desde atrás la contemplo,
tan grande en su menuda entrega hacia el abismo.
Me conmueve la blanca delgadez de su espalda.
Me acerco,
me toma de la mano,
en ella se hace eterna el agua
y la marea.
ROCÍO HERNÁNDEZ TRIANO -Sevilla-
Publicado en Luz Cultural
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