(LA SILUETA DE UN VERSO CANSADO)
¿Puede la lluvia mojar mi desértica tristeza?
O...
¿a mi hastío disfrazado de viajero?
Las clepsidras de mis pasos no florecen.
Mis rodillas son piedras,
de rostros enmohecidos,
y el tiempo es el abuelo de mi vida.
Harto de caminos,
Fatigado de senderos.
Obediente de atajos,
Viandante de sueños.
Me sigo soñando solo,
solo,
Amarrado a la vida.
Estático y sin lunas.
Como un sonido lejano que no llega.
Así me siento.
La voz de un poeta sin nombre,
Sin destino,
Sin artilugios... que me lleven al sol.
Roberto Rochin
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