Voy a anidar en tus cabellos como preludio a tus orgasmos. Entregarme a ti valdrá un mundo más que exaltado, reivindicará mi aliento y redescubrirá ese colosal reino de gaviotas y diamantes tatuados en tu piel.
Visitaré tu alma como la llovizna a la tierra, como un día pasajero que se estrecha mano a mano con la angustia y el corazón desposeído. Avivaré el contorno de tus ojos, cincelaré a mis demonios, presos de tanto exilio, y contaré uno a uno los placeres inmediatos de tu carne.
Nada me detendrá para obsequiarte un paraíso, para correr presuroso mientras aligeras el fuego de tus ansias, y desde una esquina perlada con media luz a cuestas, derramaré sobre ti mis impurezas. Sabrás entonces que adoro recogerme en ti como un pañuelo, como un hombre maniatado por su instinto. Sabrás entonces que sonrío a viva voz, sabiéndote mística y soberana como un altar de duraznos y manzanos.
German Janio Rodriguez Aquino
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