martes, 29 de diciembre de 2015

VAPOROSA CONCHA ERES, SIEMPRE


(A la memoria de Concha Pérez Pascual)

Bajo este cielo difuso de aquí,
siento tu nube como tu risa torrencial
salpicando el banco y las escaleras
de la calle que ya nunca será
o que no es porque niego
el puñado de punzantes recuerdos;
tu vaporoso pie escarbando
mi fantasma en todos los cafés
que desmemoria me encierran
como beso tu estela con lengua
dinamitada de años.
Pasaron los días cálidos en soplidos
desbaratando almanaques,
almenando las distancias,
enturbiando tus ojos hondos
en una fotografía amarillenta,
desdiciéndome del olvido recordado
que ahora tiendo sanguinolento
al bufido de una pena insolente
que consuelo abrazando al suelo
tras el rastro de tu nimbo inacabado.
Bebo nuestro breve beso adolescente,
bajo tierra, arriesgando pasado,
y tu fría saliva me vuelve a decir
de tu franqueza, de tu patente vital
erosionando rocas entre dentelladas,
musicando un fondo que me espantó
hasta este ahora dispar y asumido.
Y me enfurece, me destruye las ruinas
en las que cuento todas mis horas,
que la muerte fuese enamorada terca
y perturbase tu mueca risueña
para sumergirla en el discurrir del agua
del profundo océano del recuerdo.
Ahora me queda tu vaporosa presencia
chistándome al oído ventarrones
de bromas, risas, vidas por vivir,
amores que serán o son, ventiscas
hilarantes que escucho poseso
de tu evanescencia que aparece
al canto de una nube,
desaparece guasona a un parpadeo,
o fluye en el vibrante remolino
de cualquier esquina de mi cuarto.
Ya no lloro, Concha, ya no lloro
porque te siento aupada a la nube
que me trae la brisa de tu risa torrencial
que salpica el banco y las escaleras
de aquella calle que ya no será,
fue solamente entonces.

MANUEL JESÚS GONZÁLEZ CARRASCO -Madrid-

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