Todo el que sufre muy profundamente no logra expresar los sentimientos, el estupor paraliza la mente. Nadie ve las lágrimas de la derrota, no se cristalizan en presencia de testigos. El sol prosigue su curso pero el día se llena de tinieblas, el espíritu entra en la noche y aunque una tierna flor crezca en los escarpados, negrura nubla la razón. Se abatirá en los mares hasta perder la vida, no es vida lo que impulsa a ese Corsario, perdedor de ¡Medora! médula de su esperanza.
OMÍLCAR CRUZ
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