miércoles, 2 de diciembre de 2015

MIRO EL RELOJ


Dos llamados han surgido
para convertir mis pasos raudos
en quietud
y ojo avizor, detección insoslayable
de un tiempo detenido.
Hay algún ser que, paciente, espera
sin menoscabo
de un desenlace incierto
ejecuta la guardia, fiel
no piensa en desvaríos
ni malas fortunas
acaso el hambre provoque alguna duda
mas no cancelará su labor,
acompañar al bípedo
que alguna vez le otorgara la carantoña,
el pan, e incluso, otras veces, un empellón.
Un colmado añejo,
con viandas varias, a los pies del sur del palacio rojo
quizás esperara mi paso,
o la casualidad es causalidad, y todo ocurre por algo
quién sabe,
y por qué preocuparnos, diríamos en otros sitios
mas, en este, enjambre mágico
donde las pétreas formas se visten de memoria indeleble
imposible no escribir
mil preguntas, y algunas menos, respuestas.
Miro el reloj
los granos se deslizan por la hendidura parsimoniosamente
inmutables, uno siguiendo al anterior
al igual que un suspiro
antes de llegar al culmen de la tarde
donde el cimbreo de una puerta
convirtiendo aspavientos de cristal, en miedos de roturas
señalará la hora
el instante justo donde encaminarse
de vuelta a aquel refugio
donde el hombre se transmuta en hermano,
la soledad se hace moneda de cambio
y vuelves a ser
su mejor amigo, su único y leal amigo.

Santiago Pablo Romero -Trigueros-

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