La tristeza piel eriza.
La alegría cuenta las horas.
La una no es escurridiza.
La otra, se esconde entre sombras.
La una siempre crucifica.
La otra nos eleva a la gloria.
Como a un mártir que respira,
naciendo y muriendo, a solas.
La tristeza a muchos nos derriba.
La alegría en algunos sobra.
Pero que mal es repartida,
si de una misma raíz, nos brota.
Ricardo Campos Urbaneja.
No hay comentarios:
Publicar un comentario